domingo, 24 de abril de 2011

LA VIDA EN LA ESCUELA.

Infantil_sur
Grupo de Trabajo e Investigación en Educación Infantil de Málaga
Cristóbal Gómez Mayorga, Javier Serrano Durán, Maribel Rubio Carmona y Soledad Aracama López
 La vida en la escuela:
Una concepción culturalista del aula
Hay que otorgarle una finalidad a la transcripción de los acontecimientos de la vida, una finalidad natural que no pueda ser otra que la difusión, la extensión del pensamiento más allá de los muros de la escuela. C. Freinet.

La sociedad ha cambiado de una forma vertiginosa en los últimos tiempos y ello exige una adaptación de nuestros Centros Educativos. Los niños y niñas ya no son como los de antes, ni sus familias esperan lo mismo de la educación. La sociedad actual requiere de ciudadanos capaces de adaptarse a un mundo complejo y cambiante, y ello implica transformaciones profundas en nuestras instituciones educativas.
Somos un grupo de maestros y maestras de Educación Infantil y primaria que llevamos años reflexionando sobre nuestra práctica diaria y planteando transformaciones metodológicas para intentar desarrollar las finalidades educativas que nos proponemos.
Durante estos años de análisis sobre nuestra práctica hemos llegado a dos conclusiones que creemos que hay que tener en cuenta a la hora de realizar cualquier planteamiento educativo:
1.- Los niños y niñas tienen diferentes niveles de maduración, diferentes estilos cognitivos, distintas relaciones afectivas y personalidades, vienen de diferentes contextos culturales, etc.; por tanto, no todos aprenden a la vez las mismas cosas. Es necesario respetar los ritmos y características personales de cada cual. El medio sociocultural es muy determinante. Si exigimos a todos un mismo nivel estamos marginando a los menos favorecidos.
2.- El conocimiento siempre va junto a lo afectivo, por lo que lo importante es crear un deseo por el mundo de la cultura. Este deseo no es provocado por los contenidos escolares sino que se produce detrás de ellos, en el significado que tienen para nuestras vidas. El deseo brota cuando lo que leemos, escribimos o estudiamos simboliza algo importante para nosotros. No se trata de motivar, sino de que el alumnado descubra que el conocimiento es una llave que abre muchos tesoros.
Intentamos ser consecuentes en nuestro planteamiento didáctico con estos dos principios, creando en el aula un ambiente de aprendizaje en donde la afectividad tenga cabida, dando un tiempo en el que las relaciones afectivas y sociales se desarrollen y trabajando sobre actividades abiertas en las que todos se encuentren con capacidad para participar en ellas.
Nos alegró enormemente leer a Bruner, que en su libro "La educación puerta de la cultura" presenta una concepción educativa que ya vislumbrábamos en nuestras reflexiones sobre la práctica: "la cultura da forma a la mente de los individuos y los significados de la mente tienen sus orígenes en la cultura en la que se ha creado". En consecuencia, es la cultura influyente de nuestra sociedad actual la que está "educando" a los niños y niñas. Si queremos influir en sus mentes debemos crear en el aula una cultura diferente donde los valores y conocimientos que deseemos desarrollar estén explícitos en las relaciones educativas que se establecen en el aula.
El funcionamiento del aula debe experimentar modificaciones profundas cambiando un aula estructurada por un aula en continua estructuración, un aula estable por un aula en movimiento, unos espacios estáticos por una zona de tránsitos, un lugar fijo por un espacio practicado. De ser el niño o la niña de la 3ª fila se ha pasado a ser María o Alberto con toda la complejidad de su identidad cambiante y su personalidad en continua elaboración. La escuela actual está evitando esta dificultad cuando se resiste a determinados cambios metodológicos que implican "movilidad" del alumnado. Pero a su vez está creando violencia al someter al alumnado a la disciplina organizativa del tiempo y el espacio.
Y es que en el aula pasan muchas cosas y a mucha velocidad. El vértigo que produce esta paradoja de intentar comprender una realidad compleja con instrumentos indefinidos nos crea cierta angustia. No obstante, no parece apropiado asumir la tranquilidad que supone la utilización de métodos más simples de conocimiento ya que no nos informan sobre la vida real. A veces, no sólo evitamos la complejidad de métodos para estudiar la realidad del aula, sino que intentamos simplificar el funcionamiento del mismo aula para que se acople a los análisis simplistas. Por el contrario, creemos que se debe crear una organización de la clase en la que de forma natural surja la complejidad de una organización social, y en la que se aprenda a vivir en un contexto cultural real. Dando lugar a aprendizajes de todo tipo: de toma de decisión, de autonomía, libertad, sentimientos, voluntades, valores, respeto, de luchas de poder, de jerarquías, liderazgo, de deseos, de organización, de enfrentamientos, de cariños, sueños, etc. No creemos que se puedan producir estos aprendizajes en situaciones simuladas de aulas empobrecidas con la simplificación y rigidez de sus elementos organizativos (sitios fijos, silencio, actividades ritualizadas, selección del alumnado, etc.)
Durante la Educación Infantil asistimos a la germinación de una identidad socializada. Los niños y niñas pasan de ser un vértice definido de la estructura familiar a ser alguien indefinido en un entramado de relaciones sociales y afectivas, en la cual es necesario construir una nueva identidad. En este proceso se requiere desarrollar la autonomía y la conciencia del propio yo, vivenciando negociaciones, frustraciones y descubrimiento de nuevas satisfacciones.
De forma simple podemos realizar una primera aproximación al fenómeno de la socialización como un conflicto entre el deseo y la ley, entre las satisfacciones de nuestras necesidades y el cumplimiento de unas normas necesarias para vivir en sociedad. Se nos dice que la convivencia en los centros es uno de los problemas más inquietantes de nuestros días y es que no hemos sabido realizar este proceso de socialización. Es verdad que muchas familias han hecho dejación de su responsabilidad en un primer momento, debido a los rápidos cambios de nuestra sociedad: compensación del sometimiento de otras épocas, cambios en la estructuración de la familia, etc. Pero la escuela no puede lamentarse y justificarse sino que debe de aportar nuevas soluciones. No nos sirven antiguas tácticas disciplinarias porque no funcionan. El deseo es como un muelle que si la ley aprieta demasiado acaba produciendo un empuje mayor contra ella.

Creemos que cuando la ley es mala se tiende al deseo. Solo cuando la ley se ha construido como lógica de convivencia se sacrifica parte de los deseos. Este es el camino que debemos recorrer en nuestros Centros Educativos. Pero, es necesario dejar un tiempo para la satisfacción del deseo y un tiempo en el que los conflictos de convivencia surjan y se construyan normas de convivencia de una forma lógica y natural.


La escuela se presenta como una institución intermedia entre la familia y la sociedad. Es una entidad con una potencialidad de estructuración social importante por sus características de grupo de iguales, de tamaño mediano, con múltiples posibilidades de relaciones afectivas. Este tipo de institución socializadora es necesaria en un mundo claramente desestructurado.
ENTENDEMOS QUE LA CULTURA DE NUESTRO AULA

GENERA ACTITUDES Y DESARROLLA CAPACIDADES
De ilusión, de curiosidad... ------------------------------- De interés, de observación,...
De extroversión, de socialización,... -------------------- De relación, de colaboración, de generosidad...
De espíritu crítico... -------------------------------------- De decisión, de elección...
De independencia, -------------------------------------- De ser autónomos, de tener iniciativa....
De valorar positivamente...------------------------------- De desarrollar una identidad propia, de aceptarse y
y aceptar a los demás, de aprender de los errores...
De comunicación... -------------------------------------- De escucha, de atención, de expresión...
- O BIEN
GENERA ACTITUDES Y DESARROLLA CAPACIDADES
De rechazo, de apatía,.... --------------------------------- De aguante, de conformismo...
Individualistas,... ----------------------------------------- De competición, de minusvaloración,...
De imposición,... ------------------------------------------ De adaptación, de acomodación...
De dependencia,... ---------------------------------------- De no desarrollo, de sometimiento...
De desvaloración,... --------------------------------------- De frustración,...

De una forma o de otra, les damos herramientas para vivir su vida dentro y fuera del aula, no sólo mañana, sino también hoy, ayer... y somos, responsables de ello.
Podemos distinguir en nuestras aulas, tres elementos metodológicos que propician en la práctica un aprendizaje desde concepciones culturalistas: un tiempo de actividades libres en el que se desarrolla la autonomía, la responsabilidad, la voluntad y el deseo; una organización del aula con espacios diferenciados, rincones, talleres, bibliotecas, etc.; y actividades globales vivenciales.
Un tiempo de actividades libres
Educamos para la comunidad si hacemos comunidad. Educamos para la democracia si vivimos la democracia en nuestras aulas. Educamos en los sentimientos si nos queremos, si establecemos lazos afectivos, si propiciamos, mediante metodologías abiertas, todo tipo de relaciones. Educamos para la libertad si dejamos a los niños y niñas libres para actuar a diario en nuestras aulas. Desarrollamos su voluntad si les dejamos elegir entre las múltiples actividades posibles que les ofrecemos. Estas son las ventajas que propicia una metodología con un tiempo de actividades libres, en la que el alumnado decide qué hacer, cuando hacerlo, con quien, para qué, etc. El establecimiento de contratos de trabajo, de responsabilidades semanales, de compromisos de trabajos de grupo, de toma de conciencia sobre sus tareas, y aprendizajes, etc. es un buen camino de maduración personal y de educación integral.
En un tiempo libre para la realización de actividades diversas es donde mejor se forja la socialización porque se evidencia de forma real el conflicto entre el deseo y la realidad, que viene a reducirse a la batalla entre nuestro deseo y todos los demás deseos (Rodríguez González, 1994).
La metodología por rincones libres de actividad implica la creación en el aula de unos espacios vivenciales en donde se produce una cultura que propicia el aprendizaje. En nuestras aulas hay espacios dedicados a actividades plásticas, bibliotecas, áreas de movimiento, espacios para juegos lógicos, etc. La tan cacareada disciplina surge de la propia convivencia en este espacio social. La lógica del funcionamiento de cada actividad va creando las normas de convivencia. La reflexión en grupo de los conflictos que van apareciendo nos ayudan a crear normas de convivencia, a la vez elaboramos en nuestro interior la necesidad de aceptar normas sociales.
Por otro lado, parece que no es la enseñanza sistemática individualizada la responsable de los éxitos y fracasos escolares, sino la pertenencia o no a medios culturales afines a la cultura escolar. Pérez Gómez (1998) argumenta que las desigualdades socioculturales de las familias es la principal causa de las diferencias de desarrollo y de aprendizaje del alumnado. Con metodologías individualistas estamos acentuando estas diferencias sociales, potenciando a los que ya están favorecidos culturalmente. Solo desde culturas de aula que acepten la diversidad, que ayuden a los más desfavorecidos y que eduquen en el respeto al otro, sea cual sea sus capacidades, podremos prosperar en el desarrollo integral de todo alumnado.
Dice Pérez Gómez (1998) que la educación es una importante encarnación de la forma de vida de la cultura, no simplemente una preparación para ella. Debemos de enseñar a conocer, vivir y disfrutar las acciones culturales de la vida llevándolas al aula y estructurando el espacio del aula de una forma acogedora, estética, afectiva y sugerente, construyendo espacios que respondan a las necesidades del alumnado (Heras Montoya, 1997). El aula se conceptualiza como una subcultura de aprendices mutuos y crea comunidad educativa e identidad como aula. Esta identidad es importante para la elaboración de su personalidad. Construir culturas escolares de ayuda mutua y educarse unos a los otros es la forma más completa de educación y solo se desarrolla si dejamos un tiempo y un espacio libre para que se produzca. Como dice Bruner (1997), la inteligencia refleja una microcultura de la praxis, y es esa cultura la que hay que recrear en el aula.
Las actividades globales vivenciales son la forma de conocimiento que mejor se adecuan a las características del alumnado de la primera infancia y a las finalidades educativas que perseguimos, ya que cada proyecto es un trozo de vida real que llevamos al aula y de la que aprendemos. El aula debe abrir la puerta a la vida: a las familias, al placer, al miedo, al sexo, al cuerpo, a las emociones, a los sentimientos. No debemos convertir los contenidos en objetos de conocimiento aislados de la vida, sino en parte integrante de nuestro ser. Estudiar el cuerpo debe significar ver las posibilidades de conocer, sentir y vivir cada trocito de él. Debemos hacer huellas con cada uno de los elementos de nuestro cuerpo mientras vivimos y compartimos las sensaciones que nos producen. Los cuentos, vivencias, salidas, proyectos, etc. son situaciones de aprendizajes propicias que enganchan con el universo infantil. Los cuentos y canciones funcionan como narraciones mitológicas en nuestra cultura de aula: explican nuestros sentimientos, nos dirigen el camino, nos ayudan en las reflexiones, nos crean esquemas lógicos y narrativos que nos ayudarán a comprender el mundo. El teatro que hacemos para las fiestas nos presta sus personajes para vivir sentimientos, o reflexionar sobre conflictos vitales.
Como ya sabemos, el conocimiento no se trasmite sino que se construye, y construyéndolo construimos la realidad. Por ello las actividades globales permiten respetar ritmos y estilos de aprendizajes, aceptan la diversidad y crean una identidad de clase al participar todos de unas narraciones, de unas formas de pensamientos, de una cultura de aula. La narración es una forma de pensamiento y un vehículo para la creación de significado y no sólo una actividad decorativa. Una salida, una canción, un cuento o un teatro crea, como diría Bruner un andamiaje construido socialmente por el que se mueve la inteligencia.

¿OTRA VEZ EL HORARIO?
De 9 h. A 10 h. --------- Comunicación y Representación O Matemáticas
De 10 h. A 11 h. ------ Desarrollo de la Identidad y Autonomía O Educación física
De 11 h. A 12 h. -------- Conocimiento del medio Físico y Social O Conocimiento del Medio
Todo ello entendido como lo que toca ahora..., como lo que toca hoy..., como lo que tenemos que...,
o lo que no has...
O BIEN:
* Reencontrarnos, cada mañana, saludarnos, hablar, celebrar un cumpleaños...
* Planificar, proponer, salir al campo, a la calle...
* Jugar juntos o bailar o leer, o escuchar música, o hablar del tiempo , del tráfico, del gato, de la Alcazaba...
* Decidir qué quiero hacer y con quién, y contarlo luego, cuidar del terrario...
* Escuchar un cuento, aprender una canción, jugar a las adivinanzas, pintar la primavera
* Dibujar un duende, escribir una poesía, leer una historia, vender y comprar en la tienda...
* Construir relojes, o árboles, sembrar, jugar a la pelota...
¿A QUÉ HORA?
Creemos que debemos de sustituir nuestras programaciones por actividades globales. En las programaciones tradicionales todo está predeterminado: las actividades, los objetivos, la evaluación, el tiempo, etc. Los proyectos de trabajos y actividades globales enmarcan la actividad educativa sin encorsetarla, están abiertos a la experimentación y a la creación. Un proyecto es dotar de una actitud educadora a una actividad cotidiana. Es pasar la realidad por un esquema educativo; una hipótesis de trabajo, un "se hace camino al andar"; una idea abierta que la realidad limita; es un problema con múltiples soluciones; es una pregunta abierta a múltiples respuestas. Los proyectos de trabajo van tomando cuerpo a medida que se desarrollan, y en esta construcción participan los familiares, el alumnado, los compañeros y la comunidad. Frente a las programaciones tradicionales que nos aseguran el itinerario de todo el curso, en las que todo está atado y bien atado, los proyectos crean cierta incertidumbre a la que, a veces, no estamos dispuesto a exponernos. El proyecto apunta un camino, el ir recorriéndolo nos ayuda a definirlo. La concepción de cultura escolar implica incertidumbre, complejidad, imprevisibilidad, duda, algo que sólo profesionales autónomos están dispuestos a asumir. Autónomos no implica infalibles, sino capaces de asumir los desaciertos, de encajar los conflictos, de perdonarse los errores.

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